El comercio mundial de ropa usada ha crecido de forma constante en los últimos 20 años, acelerándose al mismo tiempo que la moda rápida y los ciclos de consumo en Occidente. La Comunidad de África Oriental (CAO) importó en 2015 ropa usada por un valor de 151 millones de dólares, principalmente de América del Norte y Europa, donde los consumidores suelen comprar ropa nueva para sustituir los artículos que ya no quieren, normalmente causado por los cambios de tendencia. El destino más común de estas prendas no deseadas, debido a las donaciones, son las ONG. Según Oxfam, el 70 % de las prendas donadas acaban en mercados africanos.
Zimbabue prohibió las importaciones de productos de segunda mano en 2015 y la CAO puso en marcha sus políticas para prohibir también las importaciones de ropa de segunda mano en 2016. Ruanda ha sido uno de los primeros en adoptar esta medida, con la subida de impuestos de 2016. Tanzania y Uganda se comprometieron a seguir subiendo los impuestos a las importaciones de ropa de segunda mano, seguidos por Kenia, para que la prohibición entre plenamente en vigor en 2019. Estos países comparten el objetivo de proteger el desarrollo de las industrias textiles nacionales con estas medidas.
¿Es la solución adecuada?
Aunque los impuestos de protección tienen como objetivo proteger el desarrollo de las industrias nacionales, podría haber un periodo de transición hacia productos producidos localmente, pero caros. La prohibición puede causar un problema de demanda para los africanos orientales con menos ingresos, que suelen utilizar la ropa de segunda mano y tendrán que elegir entre comprar productos nuevos importados o comprar prendas de producción nacional a precios más altos.
Mientras algunos importadores buscan nuevas producciones de fabricantes de Asia o Turquía, otros han encontrado la solución comercial en los mercados de stock de ropa. Las colecciones de stock permiten a los mayoristas y minoristas importar ropa de calidad que cumple con las normas de la UE y también cumple con la prohibición de importar ropa de segunda mano, ya que la ropa de stock es nueva y nunca ha sido usada. Estas colecciones de stock ofrecen una mayor calidad y entran en el mercado a precios competitivos y asequibles, con marcas muy conocidas y atractivas también para una clase media creciente en la región.
El camino a seguir
Los stocks de moda son una solución para importar ropa nueva a precios competitivos, pero hay margen de mejora.
Para promover la industria de la moda en África Oriental, las políticas deberían centrarse en la reducción de los costes de fabricación, para que las fábricas locales puedan producir con beneficios con un paquete de «políticas industriales», con ejemplos exitosos de su implementación en los tigres de Asia Oriental.
Gracias a estos esfuerzos, se eliminará la necesidad de prohibir las importaciones de sucedáneos. Los países pueden producir a la vez que importan prendas de nueva temporada, de stock o de segunda mano. Participar en el comercio internacional puede ayudar a estos países a desarrollar normas de competitividad internacional para competir en las economías nacionales y hacer crecer sus exportaciones.
Antes de que la prohibición entre en vigor por completo en 2019, los líderes de la CAO se reunieron para debatir las repercusiones y decidieron no seguir adelante con la prohibición, ya que las consecuencias serían más caras, con la excepción de Ruanda. Zimbabue implementó la prohibición de la ropa de segunda mano en 2015 y la suavizó en 2017. Las economías abiertas promueven la competitividad global y aportan una amplia gama de ofertas para diferentes objetivos en los mercados.