La Comisión Europea prevé que el futuro de la industria textil no pasará por la moda rápida, una tendencia que se vincula directamente con el uso creciente de fibras sintéticas de origen fósil y su impacto sobre el cambio climático. En su comunicación Estrategia de la UE sobre los productos textiles sostenibles y circulares [COM(2022) 141 final], la Comisión declara que su objetivo principal es lograr que la moda rápida deje de ser tendencia de aquí a 2030.
La Comisión estima que el consumo de productos textiles representa el cuarto mayor impacto negativo sobre el medio ambiente y el cambio climático, y el tercero más elevado en el uso del agua y del suelo. Expone también que la moda rápida es una tendencia basada en la producción y el uso de prendas de una duración cada vez menor, lo que contribuye a modelos insostenibles de producción excesiva. Según afirman, los consumidores compran ropa de calidad inferior a precios más bajos, pero el hecho de que, lejos de reducirse, sus gastos aumenten, demuestra que esta tendencia no genera más que un consumo y un volumen de desechos excesivos.
El documento de la Comisión propone una serie de medidas clave para la producción sostenible y circular de tejidos, como los requisitos de diseño ecológico, que garantizarán una mayor calidad de la ropa para que dure más en buen estado y, en consecuencia, los clientes conserven sus prendas por más tiempo. Además, una mayor vida útil de las prendas permitirá apoyar modelos de negocio circulares como la reutilización, el comercio de segunda mano y la reparación. Asimismo, el Reglamento sobre diseño ecológico para productos sostenibles de la Comisión propone «una obligación de transparencia que exige a las grandes empresas hacer público el número de productos que desechan y destruyen», con el objetivo de desincentivar la destrucción de los productos textiles no vendidos o devueltos.
En su apartado 2.3, el documento se centra en el problema de la contaminación por microplásticos, ya que los textiles fabricados con fibras sintéticas se consideran una de las principales fuentes de liberación de microplásticos en el medioambiente. La Comisión tiene previsto abordar este asunto mediante requisitos vinculantes de diseño y medidas relativas a los procesos de fabricación, etiquetado y promoción de materiales innovadores.
Para atender a las múltiples cuestiones que suscita la industria textil, la Comisión propone otras medidas de diversa naturaleza, como la introducción de un pasaporte digital de productos para los tejidos que contenga información obligatoria sobre su circularidad, el control sobre las declaraciones de producto «ecológico» o nuevas normas sobre responsabilidad ampliada del productor establecidas en la Directiva marco sobre residuos. El plan también incluye la promoción de nuevos modelos de negocio, como los modelos de producto como servicio, los servicios de recogida, los servicios de reparación y las colecciones de segunda mano. También se dotará de apoyo financiero a la transición del sector en el marco de programas existentes, como Horizonte Europa, LIFE o el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
En resumen, la declaración de intenciones de la Comisión es que, para 2030, los productos textiles serán duraderos y reciclables, fabricados principalmente con fibras recicladas, sin sustancias peligrosas y producidos con respeto de los derechos sociales y del medio ambiente, luchando contra la producción y el consumo excesivos mediante la prohibición de la destrucción de existencias de ropa y tejidos. La moda rápida dejará de ser tendencia para que los consumidores disfruten de tejidos sostenibles de mayor calidad y de una amplia disponibilidad de servicios de reutilización y reparación rentables.