Tras 20 años de auge del consumo textil, la industria de la moda ha alcanzado un nivel verdaderamente insostenible. Mientras el foco siempre ha estado puesto en el fast fashion, resulta sorprendente que sean las marcas más lujosas las que están secretamente fomentando un daño medioambiental inconcebible, según apunta Antonio Corbillón en un artículo para El Correo. Aunque la mayor parte de la ropa excedente se descuenta en tiendas outlet o se destina a países necesitados a través de organizaciones sin ánimo de lucro, las marcas de ultralujo prefieren que sus artículos no caigan en manos de la gente común y optan por quemar el exceso de inventario. Precisamente, Burberry es una de esas empresas que ha admitido haberlo puesto en práctica en los últimos cinco años. En 2017, enviaron al crematorio piezas sin estrenar por valor de unos 35 millones de dólares. No obstante, la empresa se ha comprometido a poner fin a esta dinámica, pero representantes de Greenpeace han señalado que muchas otras marcas de moda están haciendo lo mismo de forma clandestina.
Los expertos prevén que las cifras de Burberry podrían multiplicarse por decenas, en función de las costumbres de muchas marcas de moda estadounidenses y europeas. El artículo señala a Chanel, Louis Vuitton y Hermes como marcas que tradicionalmente han preferido eliminar existencias antes que donarlas o reciclarlas. La dura competencia está provocando un exceso de oferta de productos, y una parte importante del marketing de estas marcas de moda es mantener el deseo de exclusividad.
Tras anunciar públicamente el fin del crematorio textil de alta gama de Burberry, su director ejecutivo, Marco Gobbetti, afirmó que la empresa está adoptando ahora la filosofía de que «el lujo moderno significa ser social y ambientalmente responsable». En esta nueva etapa transparente y sostenible, Burberry ha firmado un acuerdo con la empresa de lujo ecológico Elvis & Kresse para transformar en productos útiles las 120 toneladas de recortes de cuero que le sobran en las fábricas.
Sin embargo, hay quienes afirman que estas marcas deberían considerar cambiar sus prácticas desde el inicio de la cadena, en lugar de hacerlo al final. Esto implicaría fabricar menos, ya que es al final cuando se produce un excedente de inventario. La respuesta se está encontrando en la gestión de los canales de pedidos, donde la producción se basa en los pedidos de los clientes, y posteriormente, pueden distribuir los excedentes entre personas influyentes y famosas. Con todo, si miramos hacia el futuro, se prevé que la ropa con tejidos orgánicos y de diseño ecológico será el próximo triunfo de la moda y signo de «exclusividad».