La Comisión Europea está acelerando los esfuerzos para lograr la neutralidad climática en la industria textil a través de una serie de iniciativas impulsadas por el Pacto Verde Europeo. Los objetivos a grandes rasgos son mitigar las emisiones de CO2 en un 55% para 2030, hasta alcanzar la deseada neutralidad climática en 2050. La CE responde así al enorme impacto económico y medioambiental del sector textil, que engloba a más de 160 000 empresas, da empleo a 1,5 millones de personas y genera un volumen de negocio de 162 000 millones de euros. Es la cuarta industria con mayor impacto en el cambio climático y la quinta que más recursos naturales utiliza en todo el mundo.
He aquí una instantánea de cómo la CE está impulsando el sector (resumen del artículo publicado por Smoda):
Un diseño común y circular: La “etiqueta ecológica” de la UE es algo que las empresas pueden conseguir si cumplen ciertos requisitos, por ejemplo, durabilidad, buena calidad, restricciones de sustancias químicas o apuesta por tejidos de origen sostenible. La iniciativa de la UE anima a las empresas a diseñar prendas con mayor durabilidad y reciclabilidad que garanticen la longevidad de la prenda. Entre las consideraciones de durabilidad figuran la solidez del color, la resistencia al desgarro y la calidad de cremalleras y costuras, mientras que la reciclabilidad se refiere a fibras y tejidos no contaminantes. Sólo el 13% de los textiles del mundo pueden reciclarse.
Lucha contra las sustancias tóxicas: La iniciativa de la UE anima a las empresas a mitigar o sustituir el uso de sustancias químicas nocivas utilizadas en el proceso de fabricación de prendas, con especial atención al uso de microplásticos, que incluyen micropartículas de polímeros sintéticos de menos de 5 mm y partículas similares a fibras de menos de 15 mm que pueden provocar una fuga al medio ambiente. Una gran proporción de las fugas que acaban en el océano proceden de la fricción del lavado de las prendas. Los filtros para lavadoras también pueden reducir el volumen de fugas que acaban en el océano.
Redefinir el concepto de “sostenibilidad”: Según un estudio de la UE, alrededor del 39% de las declaraciones de sostenibilidad carecen de los datos necesarios para certificarla. Se establecerán condiciones más estrictas para términos como “ecológico” o “respetuoso con el medio ambiente”, que sólo se permitirán si están reconocidos por el etiquetado ecológico. Los consumidores podrán acceder a información fiable sobre cada prenda a través de un código QR en el pasaporte digital de producto propuesto que se adjuntará a cada prenda y ropa sin vender.
Mejora de las condiciones laborales: La UE obligará a los fabricantes a revisar toda su cadena de valor para garantizar que se respetan los derechos de todos los trabajadores. Esto incluye la mejora de las malas condiciones de trabajo, sobre todo en las plantas de fabricación, y la prohibición del trabajo infantil.
Los servicios antes que los productos: Se obligará a las empresas a hacer público el número de productos que desechan y a indicar los pasos posteriores, ya sea la preparación para la reutilización, el reciclaje, la incineración o el depósito en vertederos. Tampoco se permitirá la exportación a otros países. Esto animará a las empresas a pensar de forma pragmática a la hora de establecer mecanismos que eviten la sobreproducción de prendas, incluyendo la apertura de tiendas de segunda mano o iniciativas centradas en el reciclaje.